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Los Miedos del Emprendedor

Una vida usada cometiendo errores no solamente es más honorable, sino que es más útil que una vida usada no haciendo nada.

George Bernard Shaw

 

Si pudiera decir que algo caracteriza el camino del emprendedor es que está lleno de pruebas, algunas fáciles y otras complicadas. Esto es porque el emprendedor quiere satisfacer una sed de innovación que invade su cabeza: desea crear cosas nuevas, desarrollar nuevos conceptos, establecer nuevas formas de trabajo, crear nuevas fuentes de empleo… Al transitar por terreno desconocido es normal que surjan miedos y excusas que muchas veces te alejan de tu objetivo.

 

Comenzaré por responder a la pregunta ¿qué es el miedo? El miedo es una emoción básica y también es un mecanismo de defensa. Se trata de una respuesta natural, no aprendida, y su objetivo es protegerte de los diferentes peligros a los que puedes estar expuesto. El tipo particular de miedo que me ocupa en esta ocasión, el miedo al fracaso, aparece cuando te enfocas en algo del pasado que podría repetirse o bien en algo en el futuro que podría ocurrir, en lugar de ocupar tu atención en lo que ya está ocurriendo en el presente. Este miedo puede adoptar diferentes formas: preocupación, ansiedad, nervios, tensión o tristeza y en la mente del emprendedor se traduce en una serie de cuestionamientos: ¿Qué pasará si nadie quiere comprar mi producto? ¿Y si mi servicio no les gusta? ¿Y si lo pierdo todo? ¿Qué van a pensar mis amigos y mi familia si esto no funciona? ¿Pensarán que soy un tonto?

 

Y a la lista podríamos agregar muchas más preguntas que surgen desde nuestros propios miedos, pero las cuestiones más importantes aquí serían el averiguar cómo vencer estos miedos y por dónde comenzar. La mejor forma que existe para enfrentar el miedo al fracaso es conocerte. Puedes empezar por plantearte diferentes escenarios y desarrollar un plan de acción para cada uno. ¿Qué es lo peor que puede suceder? ¿Qué haré si pasa lo peor? ¿Con qué recursos cuento si esto sucede? La revista Entrepreneur señala que entre el 70 y el 80 por ciento de las empresas mueren antes de cumplir un año de vida y, de las que sobreviven, menos de tres cuartas partes alcanzan los cinco años. Esto se debe a que el emprendedor nunca se preparó para el fracaso y su visión –únicamente optimista– desembocó en la muerte de su compañía.

 

En conclusión: como emprendedor hay que prepararse para el éxito y también para el fracaso, porque tanto el primero como el segundo son una ELECCIÓN.

 

A lo largo de tu vida, has aprendido que el fracaso es algo “malo”, algo tan negativo que ni siquiera te atreves a verlo de frente, así que lo ocultas de los otros –e incluso te ocultas de él. Debes entender que el fracaso es una excelente señal que te permite darte cuenta si la dirección que llevas es la que te acerca a la meta. En lugar de personalizarlo y decir “si fracasé en esto quiere decir que soy un fracasado”, debes asumirlo como un aprendizaje puro y directo: el fracasar no te hace un fracasado, te hace ser una persona que se atreve a crear algo nuevo y que está dispuesta a correr un riesgo.

 

Quisiera compartir contigo un poco de mi experiencia personal. Tuve mi primer empleo formal a la edad de 21 años, empecé trabajando en una escuela de computación impartiendo clases a niños y jóvenes. Durante mucho tiempo me dediqué a elaborar planes de estudio; dos años después asumí la dirección del instituto en el que trabajaba. Se puede decir que fue ahí donde inicié mi preparación para dirigir equipos de trabajo. En ese momento tenía tanto miedo de fracasar y mi obsesión por ser bueno en mi puesto era tan grande, que incluso tomé dos veces la capacitación para director. Aprendí que la única manera de mejorar era a través de la práctica, así que me atreví a hacerlo: cometí muchos errores y fui removido de mi puesto dos años más tarde por no tener la actitud adecuada para trabajar en equipo.

 

Posteriormente, me di cuenta de que los errores que había cometido tenían la misma fuente: mi miedo al fracaso, y como toda mi energía la había enfocado en esto, terminé haciendo realidad mis peores temores. Fracasé por no prepararme para fracasar.

 

 

Peter Drucker, experto en liderazgo, dice: “Mientras mejor es el hombre, más faltas cometerá, porque tratará de hacer más cosas nuevas. Yo nunca promovería a la posición más alta de trabajo a un hombre que no esté cometiendo errores… porque sin duda se trata de un mediocre”. Coincido totalmente con esta idea. Todo lo que he aprendido sobre cómo dirigir un equipo lo he aprendido cometiendo errores, porque el único requisito para cometerlos es estar vivo, la esencia del hombre es la imperfección.

 

Al emprender existen muchas maneras de convertirse en un ganador, pero solo hay una manera de ser un perdedor, y esa es no aprender del fracaso. Aquí lo importante no es preguntarte si van a surgir problemas –porque puedes estar seguro de que eventualmente llegarán– sino cómo vas a enfrentarlos. Es esencial que te hagas estas preguntas: ¿Estaré dispuesto a aprender de mis propias equivocaciones? ¿Estaré dispuesto a fracasar y a aprender de mi propio fracaso, o desde este momento doy un paso atrás y abandono mi sueño? Porque al final tú eres el único que decide cuándo has fracasado.

 

Quisiera concluir este post con la siguiente idea: Al emprender, el miedo al fracaso estará siempre latente. Tú eres el que decide si pasarás tu vida evitando el fracaso y si vivirás con el miedo de perderlo todo. Al final solo hay una manera de saber si has triunfado: viendo en cada fracaso en tu camino una oportunidad de aprendizaje.

 

Atrévete a emprender, y cuando llegue tu primer fracaso abrázalo, porque es tuyo. Recuerda que el error es parte del aprendizaje. Cuando esto te suceda, pronuncia estas cuatro palabras mágicas: Reconozco que estaba equivocado y lánzate nuevamente al ruedo. El miedo se vence enfrentándolo y mostrándole que eres más grande que él.

 

 

Horacio López.

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